viernes, 24 de febrero de 2012

"Argentina tuvo el mejor servicio ferroviario del continente"

Las palabras del título pertenecen a Pino Solanas, el director de cine muy comprometido con la causa de los trenes. Pino tiene razón, pero se olvida de un detalle, cuando el servicio ferroviario argentino era el mejor del continente, era privado. Fue construido y financiado por capitales ingleses. La tragedia en Once, lejos de ser una consecuencia del "neoliberalismo" como dice el inefable Luis D'Elía, no es más que resultado de una política ferroviaria que viene desde hace más de 60 años. Cuando Perón estatizó los ferrocarriles mucha gente lo vió como un acto de soberanía. Los socialistas veían como pasaba al control del estado algo que consideraban un servicio público. En toda esta fiesta, pasamos de tener un servicio ferroviario de primera, a apenas tener un servicio ferroviario.

La estatización de los ferrocarriles implicó que los mismos dejasen de operar mediante las señales de pérdidas y ganancias que dá el mercado y pasaran a formar parte de las obligaciones que tiene el estado para con los ciudadanos. El resultado, si juzgamos por la tragedia en Once, no fue bueno claro está. Pero lo que pasó en Once fue producto de un sistema que no es económico. Por más que muchos quieran señalar a la empresa consecionaria TBA como la principal responsable, todas las decisiones están en manos del estado. Tanto los subsidios, las falta de inversiones como los controles de precios son políticas implementadas desde el estado.

Tal vez sea hora de repensar el rol del estado. En vez de reclamar "perestroika y glasnost" para el neoliberalismo como pide D'Elía, se debe tomar el tema seriamente y desapasionadamente para comprender que la solución pasa por otro lado. El sistema ferroviario argentino es estatal, nadie se engañe. Tal vez sea hora de volver el sistema a sus raíces, privatizar los trenes sería el verdadero cambio.

domingo, 12 de febrero de 2012

Dígale no a la campaña de reeducación ambientalista

Al parecer la gente del sindicato minero de Argentina ha estado muy ocupada trabajando durante las últimas décadas, tiempo que han aprovechado las organizaciones ambientalistas para montar una viciosa campaña de demonización contra la minería. Nadie se sorprenda que estas campañas provienen de aquellos que tienen sus carreras demasiado invertidas en viejos dogmas ideológicos por los que la naturaleza tiene un valor intrínseco y la misma debe ser puesta por encima del recurso humano. Videos como este, donde participan actores y diversas personalidades de carácter público, son un ejemplo de esta campaña infame contra una actividad legítima como la minería:


Pero el ataque no es solo contra la minería, también vimos como resagos de estas corrosivas ideas fogonearon el conflicto binacional entre Uruguay y Argentina por la pastera Botnia. O durante la crisis del campo en 2008 hubo una campaña de demonización contra la soja, con cadenas de emails, artículos y diversas fuentes queriendo inducir en la sociedad que el agroquímico glifosato, utilizado en el cultivo de soja, genera cáncer. Patrañas, cualquiera que tenga una mínima idea sobre el cáncer sabe que no están determinadas las causas de esa enfermedad.

Pero el conflicto en Famatina por la instalación de una mina parece haber despertado el monstruo generado por este torrente de desinformación durante tanto tiempo. Ahora en Catamarca un grupo de gente reclama que cierren la minera La Alumbrera, que opera hace años y de la que viven cientos de trabajadores.

Al parecer, la solución de quienes promueven estas campañas basura es hacer un plesbicito en cada lugar donde se quiera instalar una minera. Como si cerrar una industria que genera más del 10% de la recaudación en algunas provincias sea algo que se pueda dejar en manos del infantil juego de la voluntad de la mitad mas uno. Como si no nos bastara con las imperfecciones de la democracia, nos encontramos con gente que cree que la democracia debe ser utilizada para tomar cualquier tipo de desición. ¿Acaso un médico decide como operar a un paciente mediante el voto democrático? ¿Acaso un programador decide como programar un software mediante el voto democrático? No, nadie cree en la democracia. La democracia que defienden los fanáticos de los plesbicitos, no es más que la voluntad de la mayoría. Pero repito, nadie cree en la democracia. Tomar a la voluntad de la mayoría como sagrada implicaría aceptar como válido que el 60% de la población decidiera que hay que fusilar al otro 40%. Algo parecido sucedió en Alemania con Hitler. Esa es la democracia que nos proponen como solución.

Las decisiones sobre las concesiones mineras son administrativas, no pueden ni deben ser plesbicitadas a una sociedad desinformada. Las tierras explotadas por las mineras no le pertenecen a nadie, ya que son públicas y lo que es de todos no es de nadie. Los gobiernos provinciales no deben bajo ningún punto de vista ceder ante estas presiones de fundamentalistas ambientalistas para hacer plesbicitos, ya que la estrategia de estos es desinformar con comerciales como el anterior. Lo que los gobiernos provinciales deben hacer es dedicarse a informar a la población sobre las ventajas de la minería y la industria minera. Mostrar como los paises con industria minera desarrollada como Chile, Brasil, Austrialia, Canadá, Estados Unidos etc han logrado un alto estandar de vida.

En este momento la campaña ambientalista anti-humana nos gana por un millón a uno en cuanto a propaganda. Por lo tanto es un deber nuestro, de quienes defendemos la supremacía del recurso humano por sobre el natual, informar y rebatir los falaces argumentos con los que se intenta prohibir a una actividad legítima como la minería en un país con altísimas potencialidades mineras como Argentina.

jueves, 9 de febrero de 2012

Fundamentalismo Ambientalista

Es preocupante como en la últimas semanas la protesta anti-minería de Famatina se expandió a otras provincias como Catamarca. Según informa Perfil, en Catamarca hubo un piquete para impedir el paso de los camiones con explosivos para minería. Es increíble ver como algunas personas, en nombre de la naturaleza, se creen con derecho a prohibir que los demás ejerzan sus actividades.

Lo que yace debajo de este ataque a la minería es una concepción errónea del valor. Verán, para los ambientalistas la naturaleza tiene un valor intrínseco, o sea tiene valor por si sola, porque existe y no debe ser perturbada de su estado original ya que eso disminuiría el valor de la misma. Claramente hay algo que falta en la ecuación: La raza humana. Increíblemente, para los ambientalistas la naturaleza es más valiosa que el hombre. Pero el valor no es algo que esté plasmado en las cosas, sino que la naturaleza adquiere valor solo cuando alguien descubre como explotarla. Dicho en otras palabras, es el hombre el que le dá valor a la naturaleza. Nada tiene un valor intrínseco.

El economista de la universidad de Chicago Julian Simon generó revuelo en el debate ambientalista cuando puso sobre la mesa lo que él consideraba ser el recurso más importante: El recurso humano. Como verán, un clásico argumento ambientalista es que estamos depredando los recursos de la tierra y que pronto se acabarán. Pero Julian Simon argumentó que cada vez que se anuncia la escazes de un recurso natural, ese mismo recurso se nos vuelve más abundante. Y los datos le dan la razon a Simon. Desde que el hombre utiliza el petróleo que se viene anunciando el fin del petróleo, sin embargo si miramos 100 años atrás hasta el día de hoy la realidad es que la gente tiene que trabajar cada vez menos horas para poder pagar el combustible. Sin exepción, esto sucedió con todos los recursos naturales.

El mundo está creado por una cantidad finita de átomos, esos átomos van a seguir estando y formando parte de este mundo. Solo el recurso humano va a encontrar una solución para re utilizar esos átomos en diferentes maneras y suplir las necesidades de la raza humana. El futuro no es algo que se pueda crear con planificación estatal, sino mediante la acción emprendedora del hombre y la supremacía del recurso humano por sobre el natural. Y si usted piensa que la naturaleza es más importante que el hombre, en ese caso le recomendaría un buen psiquiatra.