sábado, 14 de abril de 2012

Argentina: Sin techo para la inflación

Estuve pensando los últimos días sobre los posibles escenarios para la economía argentina en el corto plazo y me cuesta divisar una solución para el más grande problema actual: La política energética. El gobierno al parecer ha dejado de lado la idea de sincerar los precios de la energía por el costo político que traería esa medida y ha decidido continuar con la actual política de precios. No solo eso, sino que también ha decidido culpar a las petroleras por la decreciente producción de petroleo y gas, especialmente a YPF.

Esto es una de las peores señales que el gobierno podría dar a la economía. Hoy en día no se sabe si el gobierno va a nacionalizar YPF o no. Esa incertidumbre está frenando la ya declinante producción energética argentina. Si un pequeño shock del lado de la oferta produjo que de un día para otro se duplicaran los precios de la yerba también se puede esperar lo mismo para la energía. Solo que si se duplican los precios de la energía tendría un efecto recesivo para la economía, especialmente para el consumo.

Más allá de los deseos del gobierno de estatizar YPF, producto de su ala más radicalizada tomando control de las decisiones, el problema fundamental es la producción energética. La solución para aumentar la oferta energética está en los yacimientos de petroleo y gas no convencionales conocidos como 'shale'. El problema con estos yacimientos es que el costo de producción es altísimo, lo que genera que los márgenes sean pequeños. El gobierno podría estar metiendose en un gran lío si decidiera estatizar YPF, ya que requeriría de multi-millonarias inversiones para producir esos yacimientos y pronto se darían cuenta de que lo que se suponía como una mina de oro no es más que un negocio de baja rentabilidad. En Argentina no hay una industria de 'fracking' (fracturación hidráulica, técnica utilizada en los yacimientos no convencionales) desarrollada como si tienen Estados Unidos o Canadá, y desarrollarla podría llevar años. Mientras tanto la producción energética seguirá mermando y las importaciones de gas y petróleo que deberá hacer el gobierno seguirán aumentando, poniendo en riesgo toda la estructura productiva del país.

La solución racional para el problema energético es liberar los precios del petróleo y el gas, eliminando las retenciones a las exportaciones. De esa forma los productores locales se verían incentivados a aumentar su producción. Esto tendría consecuencias sociales ya que implicaría que la gente tenga que pagar mucho más por la nafta y la electricidad de lo que paga actualmente. La producción de energía aumentaría, pero el consumo se vería perjudicado y la gente perdería dinero con el que antes contaba para consumir. Pero el gobierno ha decidido que no va a elegir la solución racional, sino que va a mantener la estructura de precios actual, cosa de que nadie pierda dinero. Pues bien, nadie perderá dinero, pero el dinero de todos perderá valor. Y es ahí cuando sucede la hiperinflación.

Con el comercio exterior cerrado, el shock energético podría ser mortal para la economía argentina al no haber una oferta de bienes y servicios que ponga un techo a la inflación. Si el gobierno no transmite confianza rápidamente a la economía y especialmente al sector energético el peso podría convertise en un activo tóxico.

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