lunes, 22 de agosto de 2011

Gasto Público vs. Inversión Privada

 Leyendo una entrevista a Pino Solanas, el director de cine que propone volver un siglo atrás a los buenos viejos tiempos reconstruyendo el sistema ferroviario estatal, me llamó la atención el concepto del gasto público vertido por Solanas. Dice Solanas sobre el gasto público: "Los beneficios del servicio público no pueden medirse sólo por los gastos. Los hospitales y las escuelas no dan ganancias, pero sin ellos ¿cómo existiría la comunidad?"
 La cuestión planteada es ¿Como medir el beneficio de un servicio? Para arrojar luz sobre este tema tal vez el artículo económico mas importante sobre el mismo es El uso del conocimiento en la sociedad (Friedrich Hayek, 1945).
 Hayek plantea el problema de como hacer uso del conocimiento disperso en la sociedad. Como coordinar el conocimiento disperso entre los individuos y que la sociedad obtenga el mayor beneficio en el proceso. La idea de Hayek es que el sistema de precios, el cual es descentralizado y no es controlado por una autoridad central, es el responsable de coordinar las actividades privadas funcionando como señales para los empresarios y emprendedores. En vez de recibir órdenes de una autoridad central, los empresarios y emprendedores se guían por el sistema de precios y coordinan de forma voluntaria el uso del conocimiento en la sociedad. Como por ejemplo, si el precio del trigo sube, eso es una señal de que invertir en la producción de trigo es un emprendimiento redituable. Como consecuencia, más actores van a querer tener su porción de la torta y la inversión en producción de trigo subirá hasta que los precios vuelvan a bajar y el negocio ya no sea tan redituable.
 El hecho de que el trigo suba de precio indica que hay una demanda insatisfecha en la sociedad, que se necesita más trigo y hay un mercado para proveer. Y el hecho de que un empresario gane dinero indica que está proveyendo un servicio o un bien que la sociedad necesita, de otra forma quebraría. Así el beneficio empresarial se obtiene beneficiando a la sociedad.
 Es así como el sistema de precios coordina el conocimiento disperso en la sociedad, mediante señales que indican que se debe producir a cada momento.
 En contraposición al sistema de precios, está la planificación central del estado. O sea, el gasto público. La diferencia es que el estado no tiene un objetivo de lucro, y al no tener un objetivo de lucro no se guía por un sistema que indique que se debe producir en cada momento. El estado no tiene la brújula del sistema de precios por el que se guía el sector privado, ya que no basa sus decisiones por ganancias o pérdidas, sino por impuestos compulsivos a la sociedad mediante el monopolio de la fuerza.
 El ejemplo que mejor ilustra la realidad del gasto público es la anécdota de que los gobernantes de la extinta URSS tomaban las desiciones económicas de su país leyendo el Wall Street Journal. O sea, al impedir la generación de información en la sociedad, tenían que guiarse por los precios internacionales de los commodities para decidir que producir y que dejar de producir. Es por eso que en la Unión Soviética se vivía con constantes desabastecimientos de productos de primera necesidad, y tenían sobreproducción de acero y otros productos que la sociedad no necesitaba.
  Ese es el problema con el gasto público, que no se puede medir su beneficio. Y si no se puede medir su beneficio tampoco se puede conocer su eficiencia. La autoridad central actúa a oscuras, mientras que el sector privado lo hace con la luz del sistema de precios. De ahí la ineficiencia que caracteriza al gasto público.
 Otra cosa que quería comentar sobre la entrevista a Pino es que la supuesta privatización de los ferrocarriles de la que habla nunca existió. En Argentina, los ferrocarriles estan concesionados, eso quiere decir que son propiedad del estado nacional tanto el material ferroviario como las vías y las estaciones, pero se deja a cargo de una empresa privada la gestión de los mismos. La propiedad sigue siendo pública.
 El hecho de que un político como Solanas proponga que todos tengamos que tener un tren en la puerta de nuestas casas mediante la manu militari de la planificación central, no tiene nada que ver con la economía. Tiene más que ver con los delirios de grandeza de un nacionalismo de museo. Solanas es un ejemplo de los políticos que hacen política guíados por emociones. Llamar a eso "económico" es simplemente ser un ignoramus.

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